Storytelling en la adversidad
No estás jodido verdaderamente mientras tengas un buena historia a cuestas y alguien a quien contársela. - Noveccento en La leyenda del pianista del Océano.
Coincidiréis conmigo en que la privación de libertad es una de las peores cosas que le pueden pasar a un hombre. Aún así, y a pesar del dolor, ya veis que desde el principio me enfrento a esta historia con alma de superación. Entré en prisión dispuesto a aprender, con la mentalidad abierta, mis prejuicios a raya y lo más importante, un flamante carnet de 007 para cumplir una misión.
La cárcel, como cualquier lugar en el que predomine el sufrimiento, es un buen lugar para medir la resiliencia propia y ajena, y como además de preso estoy aquí cumpliendo una misión y en modo observador, también intento entender cuáles son los rasgos que poseen aquellos que se enfrentan a esta prueba con más habilidad. Tras un año de cárcel ya puedo apuntar a dos elementos principales. El primero es sin duda la gestión del afecto. De qué manera administras y potencias los afectos con tu familia, con tu red de amigos, con los presos con los que convives y contigo mismo. Cómo gestionas el amor. Amigos, aunque suene cursi, el amor es lo más importante, no tengáis ninguna duda. Es la energía más potente que uno pueda manejar. Dar y recibir amor es el mayor antídoto ante cualquier depresión. La segunda es muy simple: cómo formulas el enunciado de tu propia historia y después de qué manera la narras. Una de las cosas que he aprendido aquí dentro es que ese relato puede llegar a ser el mapa para salir del abismo, el mapa del tesoro.
Una de las cosas que más me gusta de mi trabajo es lo que los profesionales del marketing llamamos storytelling. El arte de narrar historias. Ese desafío de darle poder y potencia a las marcas para acercarlas y vincularlas a una audiencia concreta a través de una historia. He llegado a pensar que esa es la razón por la que he sido siempre tan consciente de la importancia de tener el control de toda esta novela de la que soy protagonista. Aparentemente, la narrativa de este relato, bien podría apoyarse en la derrota, en la decepción o en la frustración, sin embargo, yo soy el responsable de contarla, el autor y el protagonista, así que he decidido impregnarla de ingredientes como la superación, la resistencia o el amor. Apenas arrancó esta historia de cárcel y sufrimiento, me di cuenta de que mientras auto-relataba mentalmente lo que iba sucediendo, estaba inconscientemente trazando un camino que me iba guiando, o mejor dicho, arrastrando hasta una realidad similar a lo que imaginaba. Cómo si el universo que me rodea se confabulara para ir cumpliendo, fotograma a fotograma, la película que me voy montando en la cabeza. Por esa razón pienso que esta narración es tan importante en el proceso de resiliencia, especialmente después de que la vida te de un golpe fuerte.
No puedo evitar preguntarme qué hubiera sido de mi, si la historia que me está tocando vivir, la hubiera enunciado así:
"¿Cómo me ha podido pasar esto a mí?, me han destrozado la vida y esto no lo superaré nunca "
en lugar de como finalmente lo hice:
"Esta prueba de la vida me va a servir para saber hasta dónde puedo llegar y no sólo lo voy a superar sino que me va a ayudar a ser mejor. Me espera un futuro alentador y estoy dispuesto a vivir el presente intensamente”.
Vale sí, seamos sensatos, no soy tan idiota como para olvidar que no me encuentro ante un magnífico árbol navideño cargado de regalos, ni me acaba de tocar la lotería, más bien estoy ante un considerable pedazo de mierda. Aún así, con mierda y con todo, yo veo una historia que deja espacio para la victoria y la liberación tras el sufrimiento.
Mucho ojo, esta idea del storytelling no tiene nada que ver con la idea de maquillar las malas noticias, ni tampoco con darle la vuelta o tergiversar la realidad. Se trata más bien de interpretar lo que nos está pasando como algo que simplemente nos va a llevar a la siguiente etapa de ese plan que el universo, o Dios, nos tiene reservado.
Qué nadie se equivoque, sentí mucho miedo y angustia ante la noticia irreversible de mi encarcelación, tal vez más del que hubiera sentido cualquiera de vosotros. Sin embargo, esperé a dejar de temblar y a que desaparecieran los escalofríos y la angustia para empezar a crear ese enunciado de la historia de la que estaba siendo protagonista. Conseguí evitar que el miedo me expulsara del presente y también impedí que me empujara a problemas del pasado o del futuro que no me ayudaban para nada. Tenía que vivir el presente y expandir al máximo sus posibilidades.
Recuerda Isaac, la misión, el plan en marcha...007... Walk the talk
Cuando hablo de miedo al que conseguí burlar, tengo que precisar que me refiero al miedo como autonegación. No al miedo como verdadera y genuina señal de peligro; el primero es fabricado por nosotros y nos bloquea, el segundo es animal e instintivo y nos ayuda a sobrevivir en determinadas ocasiones. Es importante dominar esta diferenciación porque lo mejor de esta vida suele encontrarse siempre al otro lado del miedo.
Con las historias amenazantes pasa un poco como con los perros agresivos, si los temes, acaban por atacarte, pero si por el contrario consigues mantener el control y te muestras sereno, terminan por respetarte.
En este proceso de Storytelling, además de hacer un esfuerzo por diferenciar entre estos dos tipos de miedo, también intento diferenciar entre los mensajes que provienen de mi yo más inseguro e inestable de los que provienen de mi parte más valiente y determinada. ¿Habéis hecho este ejercicio alguna vez? Una vez diferenciados, intento desechar todos aquellos que no apunten, de un modo u otro, a la liberación después del lance que estoy viviendo. Esto no significa que excluya el sufrimiento del relato, ni mucho menos. Cuando duele mucho, pienso que es Dios el que quiera que duela y si no será ese plan que tiene el universo para mi. Yo no me voy obstinar en que no sea así, el dolor es simplemente parte de la historia.
Este lugar donde me encuentro está lleno de historias y, aunque no puedo negar que todas tienen cierta hermandad con el sufrimiento, me he dado cuenta que son más o menos amargas, con más derrota o más victoria, no según su realidad objetiva, sino según la narrativa que escoge su protagonista. Por ejemplo, detrás de este enunciado con el que me definía un preso su situación:
“Sí, estoy muy jodido, pero ya he tocado fondo, más abajo no puedo caer, ahora solo hay un camino y es hacia arriba, conmigo no van a poder ”
me he encontrado una historia objetivamente mucho más dura y triste que detrás de la historia que hay detrás del enunciado que expresó este otro preso:
“Soy un desgraciado, todo me pasa a mi, esta vez no voy a poder superarlo”.
Y por ahondar un poco más en la idea, también os cuento la de uno de mis compañeros presos, que apenas tenía una condena de un año, injusta tal vez, pero de un año, me definió su historia así:
”Esto es una injusticia, estoy pagando por otros, estoy completamente desesperado, me voy a volver loco”.
Sin embargo, otro al que le habían caído unos cuantos años sin parecer merecerlo se dice así mismo y a quien quisiera escucharlo:
“No eres el primer inocente que paga cárcel, no puedo hacer más que luchar y mantenerme sereno, mi verdad es lo que importa”.
Entre tantas historias, también destaco la de un hombre que exclamaba:
“Me han matado civilmente, como voy a reconstruir mi vida y tener el prestigio que tenía con antecedentes”
y a su compañero, que estaba en la misma causa pero con más condena y un futuro aún más amenazador y decía:
“Ahora me va a ser difícil ocupar el espacio que ocupaba antes de entrar aquí, pero tengo la sensación de que hay un hueco mejor esperándome, lo voy a poner todo en conservar y mejorar el prestigio, pero entre los míos, eso sí está en mi mano, no me importa el resto”.
Por tanto, quedamos en que ante la adversidad, va a ser crucial el enunciado que elegimos para nuestra historia y después de qué manera relatamos el resto, primero a nosotros mismos y luego a los demás; cuál es el título de la historia, cómo nos situamos en el relato, cómo describimos al personaje, qué escenarios planteamos, cuáles son nuestros aliados, qué lances atraviesa, cuál es el desafío, qué significado le damos a los que sucede, cuál es nuestra actitud y qué final elegimos. Para muestra un botón: fijaos en el título de este blog, en el enunciado, en sus relatos, en sus mensajes....a eso exactamente me refiero. Se trata de hacer un poco con nuestra historia lo que haría cualquier narrador de cuentos infantiles. Si nos fijamos, en el arquetipo de cualquier cuento, el patrón suele ser siempre parecido.
Contexto, personaje
Aparece nuestro personaje, normalmente ordinario, que hace cosas ordinarias, en un vida ordinaria y predecible.
Desafío, oportunidad
De pronto ZASCA. Todo cambia y nuestro personaje tiene que superar llamémosle EL ESCOLLO, generalmente imprevisto. El desafío está servido.
Lance/lucha/sufrimiento
Ahora nuestro protagonista se enfrenta a una senda de pruebas que se le van presentando durante la historia. Se equivoca, acierta, aprende, se supera, sufre, encuentra enemigos que le frenan y aliados que le ayudan, consejeros buenos y malos...
Logro
Nuestro protagonista consigue superar el desafío, tras mucho sufrir, tras muchas equivocaciones. Nuestro amigo jamás volverá a ser el mismo. Se ha superado, ha aprendido y ahora sabe lo que se siente cuando se es muy valiente. Se podría decir que ha hallado una dimensión heroica que no imaginaba poseer. Y una vez se cuelga el letrero de FIN de la historia, nuestro protagonista ya sabe cómo se comportan los valientes y cómo ha de pensar un héroe y, secretamente, está deseando empezar otra aventura por temor a volverse de nuevo ordinario.
Matar al dragón para conseguir la princesa, cruzar el laberinto para llegar al tesoro, apresar o matar a los malos y destapar la verdad, huir con el príncipe azul, acabar con la bruja, derrocar al gigante o al villano... ¿os suena, verdad?
Y sí, ya lo se amigos, yo estoy aquí, en la cárcel. Sufriendo una condena muy dura. Pero mi deseo de seguir cortejando la vida no sólo está intacto sino que crece cada día. Esta es mi historia, ¿Cuál es la tuya?.
También le pido a Dios que minimice el sufrimiento de los míos y me ayude en la misión de llenarles de esperanza y fuerza. Y de que se sientan parte de una historia que ya os adelanto, no va a ser de derrota, ni mucho menos. Siempre llevo conmigo la frase que me dijo un amigo antes de entrar en este agujero:
Isaac, tranquilo, en las pelis al final siempre ganan los buenos.