8 ideas para el confinamiento por Coronavirus escritas desde una celda
Es curioso e inquietante como el mundo a tu alrededor, ese que tanto anhelas y que campaba a sus anchas, es confinado por sorpresa durante un tiempo indefinido. No es una confinación como esta que yo vivo, no implica tanto dolor, frustración o rabia. Tampoco entran en juego asuntos de la conciencia o de la justicia, a veces imprecisa. Pero es un confinamiento al fin y al cabo, un modo de apresar. Quédense ustedes en casa o el imperio de la ley se les echará encima. Niños ociosos sin colegio y padres inexpertos en el arte de enseñar; amantes que, de pronto, no saben qué decirse; jóvenes sin lugar donde bailar, colocarse o enrollarse; runners sin pista alguna; hasta luego a las tapas, las terrazas y el cafetito sagrado. No hay compras que valgan, sólo lo urgente. Los cines, los teatros y los centros comerciales dejaron de ser una opción. De viajes ni hablamos, ni de playa, ni de campo tan siquiera. Adiós a la barbacoa, al picnic y al almuerzo. Nos han quitado hasta el fútbol. Qué estropicio... Pasamos de la tiranía que supone ser tan libres a una tiranía sin duda peor, que es la que experimentamos los presos a diario, la carencia de posibilidades. Y la atmósfera se va cargando de una pesada y amarga ansiedad colectiva en forma de interrogante accidental - ¿Y ahora qué coño hacemos encerrados en casa? Nos va a dar algo. - Tener en cuenta que contemplo esta situación al tiempo que deseo que pase, al fin y al cabo, lo que más quiero está tras estos muros. Tened en cuenta también que escribo desde la perspectiva de un hombre que lleva preso dos años.
Al leer esto, puedes pensar que comparar un preso contigo es algo intolerable y que los que estamos aquí lo merecemos, no como tu, pero has de saber que, aunque aquí están los malos, los canallas, también están los torpes, los idiotas, los pobres de espíritu, los desheredados y los inocentes. Y piensa también que aquí no están todos los que tienen que estar, claro que no, es obscena y palmaria la impunidad con la que se mueven algunos, algo que, por otro, lado todos reconocemos con resignación.
Llevo preso 22 meses. Paso en una celda de 14 metros cuadrados 16 horas al día, 7 días a la semana 365 días al año. No hay paseo de perro, no hay familia alrededor, no hay serie de Netflix, ni consola, ni sofá, ni whatsapp, ni microondas. El resto del tiempo, es decir, las 8 horas que no estoy en la celda, las paso en un espacio recalcitrantemente monótono en el que das vueltas como un calcetín roto y desemparejado en un tambor de lavadora que no deja de centrifugar. Creerme, me he convertido tristemente en un puto experto del confinamiento, así que, ahí van esas ideas para afrontar estos días:
1.
Cuando escucho el trauma que supone a los runners no poder salir a correr les entiendo como nadie. Os lo dice un tío que lleva dadas unas 25.000 vueltas de 130 metros a un patio de prisión, esquivando presos e inventando paisajes. No dejes que el Coronavirus te pare. Puede ser un buen momento para hacer comba, escaleras, flexiones, abdominales, dominadas o circuitos de fuerza. No hay excusas, planifica una rutina y ejecútala. Cada endorfina que liberes confinado vale por 100 y conlleva una muestra de resistencia y superación que te hará sentir imparable.
2.
Lo peor de la cárcel es el muro que me separa de los míos. Digo de todos los míos, pero especialmente de la familia con la que vivo, la que creé, la que me hace sentir vivo. Vivir su ausencia y sufrir su anhelo es el peor confinamiento que se puede vivir, eso sí que es extremo. ¿Sabes?, para mí, el mayor regalo que me podrían hacer ahora mismo es estar un mes encerrado en casa con los míos, ¿qué paradoja verdad? Mira a tu alrededor, observa a tus pequeños, a tus padres, a tu pareja, a tu hermano… Abrázalos y siéntete afortunado por tenerlos tan cerca. Convierte estos días en esa aventura extraordinaria que te permitió conocer cosas nuevas de los que más quieres y préstales atención.
3.
Piensa en todo lo que vas a hacer cuando acabe esta situación. Piensa en lo que vas a valorar todo lo que te ha secuestrado por unos días el Covid-19. Un paseo por la playa, el bar con los amigos, la carrera por el campo, el almuerzo con amigos, el partido con tu hijo… La carencia de cada una de estas cosas aumenta su valor, es una cuestión de pura economía, de equilibrio entre oferta y demanda. Estoy seguro de que voy a llorar de emoción al alcanzar al fin cosas que, de tan accesibles y ordinarias, se habían convertido en irrelevantes. Lo vas a recuperar todo de una manera más apreciativa, no desesperes. ¿Te das cuenta de lo maravilloso que es ese mundo de ahí fuera?
4.
Te recomiendo que te hagas un pequeño plan para estos días, contando con que la situación se pueda alargar más de lo que ninguno de nosotros quisiera. Fija unos objetivos a alcanzar durante estos días y propón rutinas que te ayuden a conseguirlos. Vas a tener mucho tiempo, combínalo con proporción entre ocio y esfuerzo. Pintar la casa, hacer un puzzle, descongelar el frigo, hacer ese brico para el que nunca encuentras tiempo, empezar con los abdominales, cocinar ese plato, leer aquel libro, podar las plantas, ver esa peli, limpiar el polvo al que nunca llegaste…
5.
No te haces una idea de lo que significaría para nosotros poder elegir una peli o una serie. Aquí nos tenemos que conformar con la programación de la tele. Tampoco podemos elegir la música que queremos, así a golpe de click. De Internet ni hablamos, claro. Son cosas que ya he olvidado y que me gustaría que valoraras durante este periodo de confinamiento. Aquí, por ejemplo, tenemos que comprar la música por “demandadero”, una especie de teletienda que nunca tiene la música que deseas. ¿Te haces una idea?Para un preso disfrutar de las comodidades que tienes a tu alcance, sería algo parecido a una orgía. Piénsalo. Gracias a Dios, no hay restricción cuando de libros se trata. Además de la nutrida y bendita biblioteca que tenemos a nuestra disposición, nos pueden enviar cuantos libros queramos. Deja que te recomiende este libro para estos días: “Biografía del silencio de Eugenio d’Ors” y si la cosa se alarga, aquí tienes estas dos listas de libros que te recomiendo por ser ideales para leer confinado: Libros como puentes I y Libros como puentes II.
6.
Crear es, para mí, la expresión más elegante de rebeldía frente al destino. La creatividad es una de las maneras más eficaces para escapar de la cárcel, de esta y de cualquiera. Lo he visto con mis ojos y lo he practicado. Este blog que escribo es una muestra, pero también toda la artesanía taleguera que aquí se desarrolla en forma de pulseras de hilo, carteras de cuero, corazones de purpurina, flores de miga de pan, poemas febriles, cartas de amor... Es un buen momento para que te pongas a pintar, para avanzar con la guitarra, para hacer punto de cruz, para escribir… No importa el qué, siempre que contenga una parte del yo más auténtico y audaz que llevas dentro.
7.
Mira a tu alrededor y asegúrate de que no puedes hacer nada por ayudar. Hazlo con prudencia y siguiendo las recomendaciones, pero insisto, saca las antenas y tal vez encuentres a alguien a tu alrededor por el que puedas hacer algo. Sé exhaustivo con esta idea, no hallarás más satisfacción en ninguna otra cosa. A menudo, la adversidad tiene la virtud de despertar al héroe o al villano que todos llevamos dentro. Así que, ¡muerte al villano!
8.
No te quejes, relativiza el problema. Es un buen momento para pensar en enfermos anclados a una cama, en los mayores sin movilidad, en los niños que crecen en hospitales, en los presos, en los hombres que sufren de distintas maneras, todas dolientes, un confinamiento mucho más severo del que te acontece. Toma conciencia de ese sufrimiento. Es un buen momento para sentirse afortunado, para aceptar y para agradecer.