Perspectiva positiva y fuego cruzado

Perspectiva positiva y fuego cruzado

He esperado a escribir este post hasta tener algo concreto y medianamente “accionable” sobre cuál es la manera de adoptar un pensamiento positivo. Me he tomado algo de tiempo para pensar. Luego me he puesto a hacer esquemas y a ordenar ideas. Por fin, he extraído una serie de conclusiones a medias que tal vez nunca concluiré, Dios mío, hay algunas preguntas cuyas respuestas están condenadas a ser eternamente incompletas. Esto es lo que he sido capaz de concretar:

La Positividad en la adversidad consiste en un proceso en dos etapas, un proceso de sustitución. Primero, es necesario concentrarse en la neutralización de los malos pensamientos y luego en conseguir sustituirlos por pensamientos positivos. ¿Se dice pronto verdad? Lo primero que debo aclarar es que el “pensamiento positivo” no implica estar permanentemente optimista y alegre. De hecho, yo matizaría el concepto y hablaría de “predominio del pensamiento positivo”, cuando este, tras una lucha que se puede llegar a dominar, consigue prevalecer. Una tensión entre dos campos de batalla que requiere un inevitable fuego cruzado.

La personalidad de cada uno también influye, para que engañamos. No se si es cuestión de ADN, de cuna o de una mezcla de ambas, pero reconozco que, desde que tengo uso de razón, me acompaña una especie de entusiasmo persistente que si no me ha abandonado todavía no creo que lo haga hasta mi muerte. También hay gente que parece encontrarse a gusto en escenarios radicales y adversos, pero eso no tiene que ver nada con el pensamiento positivo, sino con una actitud excepcional ante la vida. Fijaros, por ejemplo, en el caso de Robert Falcon Scott, que regresando de una de sus expediciones extremas al Polo, aún exhausto y con las extremidades congeladas como témpanos, junto a su compañero recién fallecido Edward Adrian Wilson, escribía a su mujer una carta en la que, entre otras líneas, le decía “esto ha sido mucho mejor que vivir en casa a todo lujo”.

En cualquier caso, si eres de los que ves ese maldito vaso siempre vacío, con un buen entrenamiento mental puedes invertir esa perspectiva. La perspectiva lo es todo en este asunto del que hablamos, el pensamiento positivo consiste en encontrarla y permanecer en ella. Seis son los resortes que me ayudan a hacerlo. He de dejar claro que no pretendo sentar cátedra ni establecer aquí una tesis infumable. De hecho, advierto que probablemente estas recomendaciones no tengan nada de infalibles, son sólo un esquema de lo que puedo asegurar que a mí me funciona. Es más, se podría decir que soy un indocumentado en la materia, no soy psicólogo, tampoco filósofo, ni terapeuta, sólo soy un humilde profesional del marketing haciendo consultoría de sí mismo y compartiendo con vosotros post a post el plan estratégico más importante de su vida en un escenario radicalmente adverso.

1.Revalorización

Este es un concepto que tiene que ver con la economía. Cuando hay escasez de un bien su valor sube y cuando hay abundancia sucede a la inversa. Hasta que no te privan de algo no sabes lo que lo puedes llegar a necesitar. Por eso, que te priven de la libertad encierra la promesa de sentirte rico al ser liberado. Rico al acceder por fin a cosas sencillas que cuando abundan no tienen tanto valor. Una promesa que te consuela cuando la escasez de todo te asedia. En prisión, es fácil sucumbir a la emoción de imaginar un simple paseo por la playa, un baño en el mar, una copa de vino en buena compañía o el abrazo de tu familia en libertad.

A esta idea le viene al pelo lo que le dice Freya Stark, autora del libro “Las Puertas del Sur de Arabia” cuando dice:

“Si me preguntan por el máximo gozo en la vida, les respondería que el placer del contraste. No puedo imaginarme, salvo que sea un ángel, a nadie sentado en el paraíso tocando felizmente el arpa para siempre. El ser humano necesita cambios. Ese es el encanto secreto del oasis, que no es otra cosa que una indiferente alfombra verde convertida en algo precioso, las arenas circundantes”.

Ahora mis arenas son este tiempo de escasez y barrotes, y el oasis el día que al fin termine este delirio y pueda al fin sentir la libertad como nunca antes. Es necesario pensar que la revalorización llegará sí o sí, ya se sabe, después de la tempestad siempre viene la calma.

2.Intrascendencia:

A veces, intento quitarme importancia de manera radical. Le doy la vuelta a los prismáticos desde los que miro al miedo. Consigo desplazar mi centro de gravedad y dejo de verme como el núcleo. Tomo conciencia de lo infinitamente minúsculo e intrascendente que soy, ¿qué coño hago tomándome las cosas tan a pecho? Siento la inmensidad del universo como el telón de fondo de mi vida y me vuelvo invisible. El miedo escénico me parece de pronto algo ridículo. ¡Que coño!, si sólo soy uno más entre los siete mil millones de seres humanos que cohabitan conmigo en este planeta y mi especie es sólo una de las nueve millones de especies que existen en la tierra, ese minúsculo planeta entre cien mil millones de planetas en nuestra galaxia, que por cierto se encuentra entre los dos trillones de galaxias que se calcula existen en el universo. Además, aunque llegue a viejo, mi vida se disipará como una milésima de segundo en la inconmensurable noche de los tiempos.

3.Fortalecimiento

Es verdad, “lo que no te mata te hace más fuerte” y la idea de ser más fuerte es atractiva y me gusta. Apelo al alma de guerrero que todos llevamos dentro. Odio compadecerme de mí. Odio sentirme una víctima. En cambio, me gusta sentirme un guerrero. Un gladiador en la arena jugándose el tipo. Me digo: “Tienes que superar esta batalla, no hay más opción ¿Van a poder contigo?”. Y ese grito interior me hace sentir bien. Siento que me va la vida en ello. Aunque a veces estoy cansado y mi armadura parece que se va a resquebrajar, un torrente de fuerza que crece en mi interior me impide siquiera pensar en rendirme. Tengo que aguantar, esto me servirá para contemplar el sufrimiento de otra manera, sin tanto miedo, con más esperanza. Esto me servirá para ser más fuerte. Metáforas a un lado, mi familia es la parte que sin duda más me hace sufrir en toda esta historia, el único consuelo que encuentro es concentrarme en dejarles un aprendizaje que, a pesar del inevitable dolor de la situación, les ofrezca más resistencia ante cualquier turbulencia en la vida.

4.Relativización:

Las comparaciones son odiosas, pero en la adversidad comparar me ayuda. En la adversidad el tamaño importa, claro que sí. Por ejemplo, en la cárcel, sin ir más lejos, no puede haber una cagada mayor que quejarte de tu condena ante alguien que tiene una condena notoriamente mayor a la tuya. Mi voz interior me repite:

No te vengas abajo, aguanta el tirón, vamos, vamos, vamos, que aquí no se ha muerto nadie. ¿Te imaginas en una planta de oncología o en una caja de pino? ¿Mejor aquí verdad?”.

Me vienen a la cabeza desgracias verdaderamente irreparables y de pronto esta historia de cárcel y despropósito me parece asumible. La primera vez que Mayte vino a visitarme por cristales estaba desconsolada al verme por primera vez en la prisión. Nada más verla le dije, casi radiante, “no ofendamos a Dios, prefiero que vengas a verme aquí que a un hospital, estoy sano y fuerte y de aquí se sale”. Basta con poner las noticias de la tele para, ante tanta desgracia, tanta muerte y tanta injusticia, sentirme afortunado por seguir vivo y por comprobar que el tamaño de “mi adversidad” podría haber sido mucho peor. También pienso mucho en personas que tras situaciones muy duras se han enfrentado a la vida con coraje y esperanza, pienso en Helen Keller, Christopher Reeve, Stephen Hawking, Teresa Perales, Desireé Vila y tantos otros.... Ellos me insuflan ánimo e inspiración.

5.Significado

Aunque funciona, reconozco que es muy difícil sostener y encajar, cuando la vida te ha dado un golpe fuerte, eso de “las cosas pasan por algo”. Sustituyo drásticamente el torturante ¿por qué a mi? por el esperanzador ¿para qué a mi?. De esa forma dejo de buscar respuestas imposibles que no hacen más que amargarme. Empiezo por fin a buscar respuestas orientadas a darle un sentido a la adversidad y al sufrimiento. No os quepa duda deque tras la adversidad se esconde la oportunidad de hallar una dimensión heroica de tí mismo que ni soñabas poseer. Son comunes los relatos de personas que tras haber sobrevivido a una catástrofe vital han encontrado un sentido a su vida y una felicidad que no habían encontrado antes. Creo que tiene sentido empeñarse en pensar que en efecto, las cosas pasan por algo.

6.Fe

Dios escribe recto con renglones torcidos”, me suele decir mi amigo Javier García Cuenca, a quien tengo un cariño enorme y del que sigo aprendiendo ahora por carta, como justificando a “mi buen Dios” por esta situación en la que me encuentro. Ese “buen Dios" del que tantas veces os hablo en este blog. Me resulta fácil y necesario mentarlo a menudo porque para mi está muy presente. Yo no soy muy religioso, pero sí muy espiritual (y con los años más). Tu fe, sea cual sea, siempre es esperanza y es muy importante en la adversidad y en la vida. Te ayuda a fijar el rumbo y a consolidar tus principios. No importa si crees en Jesús, en Mahoma, en Buda, en Confucio o en el Karma, no importa cual sea tu catecismo o tu referente, siempre que lo tengas. Yo entiendo a “mi buen Dios” en el sentido más amplio, como lo hace Tagore en esta oración que me encanta y me apetece compartir con vosotros para terminar este capítulo:

Tu lenguaje señor es muy sencillo, más no así el de los discípulos que hablan en tu nombre.

Yo comprendo la voz de tus olas y el silencio de tus árboles, comprendo la escritura de tus estrellas con que nos explicas el cielo.

Comprendo la líquida redacción de tus ríos

y el idioma soñador del humo en donde se evaporan los sueños de los hombres.

Yo entiendo señor tu mundo, que la luz me describe cada día con su tenue voz y beso en la luz la orilla de tu manto.

El viento pasa enumerando tus flores y tus piedras y yo de rodillas, te toco en la piedra y en la flor [...] tu lenguaje, Señor, es muy sencillo, mas no así el de los discípulos que hablan en tu nombre. Pero yo te comprendo señor.

Cocoliso, un talento por sorpresa

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Carta abierta al Capitán

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