Mirada larga, paso corto
"Que la fuerza te acompañe ”
Consigna Jedi - La Guerra de las Galaxias
Siempre me ha inquietado la manera en la que iba a influir el transcurrir del tiempo en mi actitud y en el enfoque “saludable” con el que, aún no se muy bien cómo, me he enfrentado a la cárcel. Desde el primer día he intentado darle a esta situación una textura da aventura, de desafío, como el que afronta forzosamente una prueba extrema de resistencia. Por intuición, o tal vez por el corredor de fondo que llevo dentro, pronto activé el modo “mirada larga y paso corto”.
Reconozco que utilizar la expresión “mirada larga” en la cárcel es un poco forzado, sobre todo cuando tenemos en cuenta que desde aquí es imposible divisar horizonte alguno si no es a través de barrotes. Pero yo, precisamente por ser un cautivo, me refiero a la mirada larga para soñar, para ser paciente, para no desesperar. Dejarme que os aclare también que, con “paso corto”, estoy hablando de comenzar por algún sitio, de ponerse en marcha, de hacer, de llevar a cabo.
Y también de avanzar, no importa cuánto, pero a base de poner atención en no detenerme, he empezado a repetirme, como si fuera el estribillo de la canción del verano, el mantra “nunca te pares”. Para mí, estas arengas resultan muy importantes y, de tanto repetirlas, a veces con desesperación, noto que van dejando una huella sigilosa pero profunda en mi manera de ser. Son los flotadores del náufrago, como las oraciones de mi abuelo cuando tenía que superar alguna dentellada de la vida y susurraba entre dientes mirando al cielo “el señor es mi pastor, nada me falta”.
Cuando empecé a escribir y compartir esta historia, recuerdo que a menudo, mientras escribía, asombrado e incrédulo por la sensación de fortaleza que sentía, me preguntaba con cierto temor si me sentiría igual de fuerte con el transcurso del tiempo, con el desgaste de la cárcel, de la celda, de la rutina, de la carencia de los míos. Me lo preguntaba una y otra vez, un poco como cuando en una maratón, en el km. 10, te sientes bien pero llevas un ritmo que no sabes si vas a ser capaz de mantener. Cuando llevas unas cuantas carreras encima, sabes que si lo das todo siempre llega un momento en el que cada parte de tu cuerpo te va a implorar que pares, y justo en ese momento es cuando entra en escena la resistencia. Sobre todo, cuando te enfrentas a una distancia nueva y en terreno totalmente desconocido e impredecible
Ante la adversidad, ante una prueba que desafía tu resistencia, la fatiga te puede invadir de muchos modos y con diferentes intensidades. Lo puede hacer en forma de aburrimiento, de depresión, de bloqueo, de ansiedad, de agotamiento físico o de extenuación mental. La pregunta es: ¿dónde está nuestro límite?, ¿lo ponemos nosotros?, ¿lo pone la situación o las circunstancias?, ¿nuestra cabeza?, ¿nuestro cuerpo?
No soy capaz de contestar a esas preguntas, pero durante esta experiencia en prisión, me parece estar seguro de estas cinco ideas que me apetece mucho compartir con vosotros:
1.Existe una correlación de 1 a 1 entre tu resistencia y tu “por qué resistir”.
Creo que cuando Jesús dice en Corintios 13:7, “el amor todo lo puede", se refiere exactamente a esta idea. Nietzsche también lo resumió con maestría (pero salvando las distancias) cuando dijo; “Quien tiene un por qué, puede soportar casi cualquier cómo”. Cuando nos adentremos en un proceso que va a requerir resistencia, es esencial entender con precisión nuestro “por qué”, nuestra diana, nuestro PROPÓSITO. Y, para entenderlo, es necesario saber qué implica, observarlo, esperarlo, desearlo, saborearlo, sufrirlo, soñarlo, vivirlo y amanecer cada día junto a él.
Para el emprendedor que arriesga es la empresa, para el enfermo que sufre es la sanación, para el guerrero herido es la conquista, para el corredor exhausto es la meta, para el cazador madrugador es la presa y para el preso sometido es la libertad. Quien posee la voluntad y la motivación, posee la fuerza.
2.Infravaloramos nuestra capacidad de resistencia.
Sólo ante la adversidad o un desafío extraordinario puede aflorar la persona extraordinariamente resistente que llevamos dentro. Sólo en ese momento, cuando estamos ante el lance, podemos damos cuenta de lo que somos capaces de hacer. Desde que dejamos de ser niños y conforme nos hacemos mayores, la vida nos va recubriendo de una membrana traslúcida, hecha de prejuicios, miedos y mentiras, que vamos acumulando con los años y que oprime nuestros movimientos y nuestra libertad. Sólo nos desprendemos de ella cuando algo nos zarandea y nos hace sentir vivos. Hay muchas formas de salir de esa crisálida tirana y silenciosa que nos envuelve, por ejemplo, enamoranándonos, enfrentándonos a un desafío inédito o siendo visitados por la temible, y a veces pertinaz, adversidad.
3.La única manera de conocer nuestra resistencia es ponerla a prueba.
Os aseguro que, si hace 8 años, cuando ya había pedido la excedencia voluntaria como funcionario para trabajar en la empresa privada, hubiera tan sólo sospechado de que me iban a implicar en la trama Gürtel (joder, un caso de corrupción que ha cambiado el gobierno de mi país) y que tras años de imputación y un juicio de 72 días sentado en un banquillo, con gente que solía salir en la tele y a la que no conocía, me iban a condenar a 7 años de prisión, hubiera pensado, además de que aquello era imposible, que no podría soportarlo, que mi vida terminaría o que me iba a volver loco. Y de pronto, un día de sol y nubes cualquiera, todo eso te ocurre y todo eso que ni asomaba en tus pesadillas, pasa a formar parte de tu realidad.
¿Y sabéis qué? Pues que te das cuenta de que nada es imposible en este mundo, que la realidad supera la ficción y también de que puedes soportar eso y más. Que tu vida no se ha terminado y que aún no estás loco del todo. Y con todo ese marrón en el lomo, descubres que eras más fuerte de lo que pensabas, incluso te sientes un poco montaña, porque nada parece poder arrastrarte. Y me entra vértigo si pienso en tener que resistir a otro tipo de pruebas aún más duras, como una enfermedad, y pienso en mi mami, en Laurita, en Arantxa, en mi amigo Manolo y en tantos otros valientes que han mirado a la muerte a los ojos convenciéndola para que pase de largo. Ellos no son montaña, son diamantes en bruto.
4. La capacidad de resistir es voluble y se puede multiplicar si se ejercita.
Recuerdo cuando empecé con la pesca submarina (a veces tengo la sensación como si la cárcel hubiera barrido el polvo que cubría mis recuerdos y eso consigue que ahora pueda observarlos con mayor nitidez) y me parecía imposible bajar hasta los fondos marinos que dominaban esos titanes de las revistas que solía comprar. ¿Esos tíos eran de este mundo? Con muchas horas de agua, con un buen maestro, con la droga del mar en las venas y tras miles de apneas, uno se empieza a ver, aunque diminuto e irrelevante, en ese otro mundo, en esos fondos que parecían inalcanzables.
También me parecía inalcanzable aguantar sereno dos días seguidos en este amasijo de hierro y desesperación. Me invadía un vértigo indescriptible al pensar en lo que tenía por delante. Después empezaron a pasar los días como si me quisieran engullir con una voracidad de tres pares de pelotas, hasta que tomé el control y empecé a engullirlos yo a ellos en una ensalada de lucha, sueños e ilusión.
Hoy, tras más de 500 días preso, puedo decir que aunque ha habido muchos días malos, jamás he pensado en rendirme, pero también os confieso —¿por qué no iba a hacerlo?— que persiste el temor a que un día, esta fuerza insólita deje de acompañarme. Rezo para que eso no suceda.
5. La resistencia inspira.
En la resistencia hay algo de divinidad. La resistencia es la expresión pura de la fortaleza y del logro y es tremendamente inspiradora. Es escalera hacia arriba, puente al otro lado. Es el niño valiente cuando resiste el miedo de la noche o la madre sufriendo el dolor del parto. Es Cristo en la cruz. Es el pecador rechinando dientes y superando tentaciones. En esa resistencia, en esa tensión, se percibe a Dios, y hay algo bello en esa lucha, algo inefable que es imposible no admirar. Justo ahí, donde triunfa la voluntad. Donde el preso alcanza al fin la libertad.
Resistencia es fe y propósito, es convicción y orgullo. Resistencia es una lucha hermosa.