Amanecer en el Abismo

View Original

Estás justo a tiempo

Ha amanecido un día con el viento histérico y el cielo plomizo. Hace un frío que se puede tocar y a los pájaros de mi amanecer se les ha helado hasta el canto. El megáfono del patio vomita el recuento diario y una voz pastosa desquebraja la frágil armonía de la mañana:

Recuento, recuento, luces encendidas y en pie al paso del funcionario”.

Me asomo a la ventana y los muros de cemento me golpean más fuerte de lo normal. Por mucho que mantengas a salvo el ánimo, hay días que es inevitable sucumbir a la tristeza, siempre agazapada tras esos barrotes.

“Isaac, ánimo, la carrera no ha hecho más que empezar”.

Empiezo mi proceso de “recomposición del karma positivo” y antes de salir de mi celda, paso lista a todas las razones por las que debo de darle la vuelta a este amanecer tan nefasto. Me doy cuenta de que un poderoso ejército de razones se alinea con disciplina y desfila un rato por mi cabeza hasta hacerme sentir mejor, pero la angustia aún me tiene cogido del cuello. En este momento necesitaría un avituallamiento de esos de los que os he hablado. Cuando vives un escenario extremo durante tanto tiempo es crucial dominar estos pensamientos negativos, sin embargo, he de reconocer que aunque cada vez me acorazo mejor contra su asedio, sigue habiendo fisuras en mi ánimo por donde se cuelan una y otra vez. Me consuelo, por puro optimismo supongo, haciendo unas cuentas intuitivas a modo de balance y pienso convencido que, por el momento, son muchos más los pensamientos positivos que los negativos a lo largo de este trance y que eso debe ser suficiente para mantenerme a flote. Mientras lo pienso, garabateo en un papel esta especie de fórmula como para atornillar la idea:

(PENSAMIENTOS POSITIVOS - PENSAMIENTOS NEGATIVOS) / TIEMPO = FLOTACIÓN

Pero seamos realistas, son muchos los pensamientos que amenazan mi estado de ánimo y me hacen sufrir. Sin ir más lejos, en esta mañana miserable, no se me va de la cabeza la recalcitrante sensación de que mi vida se ha detenido. De que el tiempo y las oportunidades pasan ahí fuera y que pierdo trenes con destinos felices cada día. Cuando te has pasado toda la vida persiguiendo sueños y esforzándote para conseguirlos, estas acostumbrado a tensionar tu vida hacia objetivos vitales que parecen estar al alcance. Aquí en prisión, hay veces que todo parece volverse inalcanzable. Por mucho ejercicio de adaptación a base de planes y estrategias y por mucha actitud ganadora frente a la adversidad, ya os he dicho que son muchos los días en los que el sufrimiento azota descontrolado.

Pues en esa mierda de amanecer me encontraba, secuestrado por esa idea asfixiante de sueños huyendo y vida congelada, cuando me llaman para recoger el correo. Cuando se reparten las cartas en la cárcel se respira un especial alborozo y todo el mundo espera ser llamado para recoger su carta. No exagero, las cartas recibidas en prisión son por lo general capaces de hacer florecer un jardín colorido en el devastado desierto.

Frente a una ventanilla con rejas, los presos nos alineamos desordenadamente en una fila esperando impacientes a que el funcionario nos entregue el preciado tesoro, eso sí, abriéndolo antes frente a nosotros y revisando su contenido para evitar el envío de drogas o dinero en efectivo.

Hablando de lluvia en el desierto, hoy tengo carta de mi padre. Normalmente, al recoger las cartas las guardo en mi mochila y no las leo hasta recogerme en la soledad de mi celda pero en este caso, una necesidad casi supersticiosa me hace buscar con urgencia un recodo de tranquilidad en el patio y empiezo a leer con avidez. Como si mi padre, marino y gran conversador, a quien quiero con locura y del que hablaré más veces en este blog, hubiese intuido esa piedra en el zapato que me molestaba esta mañana y quisiera eliminarla y aliviarme, me escribe entre otras cosas lo siguiente:

“No pasa nada, así es la vida. Alguien se graduó a los 22 pero sólo consiguió trabajo a los 27, alguien que tenía un postgrado a los 25 murió finalmente a los 50, mientras que otro se graduó a los 50 pero vivió hasta los 99 y vivió bien. Hay alguien que está todavía soltero mientras que otro, que estudió la secundaria con él, ya es abuelo. Hay quienes tienen pareja y aman a otra; hay quienes se aman más a sí mismos que a nadie. Obama se retiró a los 55; y Trump empezó a los 70. Todo en este mundo vive de acuerdo con su propio tiempo. Las personas que te rodean pueden parecer ir delante de ti, pero todas corren su propia carrera...no les envidies por estar preso y ellos libres; ellos están en sus vidas y tú en la tuya, no has llegado tarde, no has llegado temprano, estás justo a tiempo”

No soy muy religioso pero sí muy espiritual, tal vez por eso me resultaba imposible después de leer este oportuno mensaje que tras él no hubiese un Dios tramando algo bueno y alentándome en esta aventura.

Capitán, gracias por estar ahí y por ayudarme con el rumbo. Te quiero.

See this content in the original post

El libro de Amanecer en el Abismo