Amanecer en el Abismo

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Creatividad “taleguera” para vencer

En prisión, se podría pensar que no existe una ambiente ni un ánimo propicio para que asome la creatividad, sin embargo, sí que abunda el tiempo y la amenaza de pensar en exceso y ambas cosas provocan una atmósfera cargada de genuino “arte taleguero” a base de artesanos mafiosos, dibujantes aficionados, cantautores frustrados y escritores aficionados como yo. Sin ir más lejos, este blog está ilustrado con “dibujos talegueros” dibujados por internos a los que tras compartir mis posts manuscritos, les pido con ilusión que dibujen lo que les evocan. Los improvisados colaboradores gráficos de www.amanecerenelabismo.com acogen la idea con entusiasmo y curiosidad y me emociono cuando me piden que tras publicarlo les pase una copia para mandarlo a sus familias.

Ya lo sé, no es arte para los puristas y puede que la calidad de la talla artística brille por su ausencia pero ¿qué más da?; nadie puede negar la autenticidad que contiene cada “obra taleguera” por el mero hecho de haberse concebido en cautiverio. Y no sólo por eso, el verdadero valor reside en su propósito, la necesidad de hacer regalos a nuestros seres queridos, no solo perdura en prisión sino que aumenta, aunque aquí la única tienda que tengamos sea la “creatividad taleguera” propia y ajena: cartas febriles, exaltados poemas de amor, pulseras y collares de hilos multicolores, bolsos de cuero a retazos, frágiles flores de papel o miga de pan, cofres de madera con forma de corazón y purpurina...son parte de la “imperfecta” oferta de esta fábrica de regalos humildes. Todo concebido, anudado, cosido, tallado, compuesto, escrito, creado con una curiosa argamasa de rebeldía, ilusión, desesperación y amor.

Esta variopinta oferta, se pone a disposición del resto de los presos que encargan sus ofrendas para la familia a cambio normalmente de cigarros o tarjetas de teléfono. Se convierte en un ritual adorable acompañar los vis a vis con todo tipo de sorpresas de este tipo. Los reclusos se atribuyen casi siempre la autoría, en una especie de ilusionismo comprensible o de mentira piadosa que sólo los más pequeños acaban creyéndose.

Ojo, entre este torbellino de de arte aficionado a veces destaca algún soplo de arte excelente. Más adelante hablaré de un par de guitarristas extraordinarios, uno gitano y el otro ruso, de los que estoy aprendiendo mucho y con los que este guitarrista amateur comparte momentos únicos de guitarra, una de las ocupaciones, por cierto, que rellenan mejor los huecos que ha dejado en mi alma la prisión. Tampoco podemos olvidar que muchas de las obras más importantes de la literatura universal se han escrito tras los muros de una prisión, siendo sin duda el Quijote la más representativa de todas.

En este post, no obstante, y como le prometí, quiero destacar a Simeón, un rapero bien entrado en la veintena, adicto a los cómics de Mortadelo y Filemón, tatuado hasta el cuello y ataviado con más colgantes que M.A. del Equipo A. Simeón, que ya goza del tercer grado, solía deleitarnos a pie de patio y a quemarropa con rimas desgarradoras e intensamente carceleras que él mismo componía. Antes de marcharse y con la promesa de darle difusión en mi blog, le pedí que me escribiera de su puño y letra una canción que cuando escuché me emocionó, sobre todo por la puesta en escena y por su actitud al cantarla. Simeon, allá donde quiera que estés, que te vaya bien y que no te vuelva a ver por aquí.

Copia manuscrita por el autor de la canción “Volver a mi hogar” escrita el 3 de Julio de 2018 en la prisión de Campos del Río por el Rapero Murciano SIMEON.

La creatividad es otra herramienta poderosa para vencer la adversidad.

Sin lugar a dudas, para mí representa un alivio rotundo en esta situación. Soy un profesional del marketing y me he pasado mi vida profesional entre la creatividad y la planificación. La cárcel ha dinamitado por completo la posibilidad de que pueda hacer con normalidad lo que llevo haciendo media vida. Si a eso le añadimos una personalidad emprendedora e inquieta, tenemos un terreno fértil y generosamente abonado para cosechar una depresión de caballo y eso no me lo puedo permitir. Tengo que hacer un ejercicio de adaptación para poder seguir emprendiendo, creando y planificando como siempre he hecho, sin hacer daño a nadie y como diría mi amigo y abogado (por ese orden) David Devesa, con “fuerza y honor”. Sin duda se endurece el escenario, sopla el viento como nunca, subimos el listón, al menos del sufrimiento y parece que es hora de aplicar esa frase tan inspiradora que dice: “lo importante no es lo que nos pasa sino la actitud con la que nos lo tomamos”.

Aquí tenéis un ejemplo de ese ejercicio de creatividad desesperada y tal vez torpe, pero sin duda terapéutica: siempre me ha gustado la poesía. Cierro los ojos en el recogimiento de mi celda y recuerdo a un Isaac adolescente, que escribía versos. Versos que jamás leyó nadie y que se han perdido porque nunca los consideré un tesoro sino más bien un desahogo, una forma de expresar la rebeldía de mis hormonas, por aquel entonces en permanente golpe de estado...Estoy seguro que los versos eran malos, apenas soy capaz de recordar alguna estrofa, sin embargo conservo intacta la imagen de mí mismo escribiendo a esa edad y me enternece. Sonrío. Hoy parece que esa “creatividad taleguera” de la que os he hablado desborda mi “chabolo” (así llamamos aquí a la celda). Despierto de mi ensoñación y como un arqueólogo que busca en un yacimiento insondable, cojo un folio y tras quedarme absorto unos minutos eternos, con la mirada perdida tras los barrotes de la ventana de mi celda, escribo:

Mi árbol de libertad

Contemplo el atardecer desde mi celda, un atardecer roto por cuatro barrotes miserables.

El sol huidizo de Noviembre se aparta cansado, sin prisa, arrastrando sus pies de crepúsculo helado por los contornos de la prisión, que habito, que sufro, que vivo.

Un sol sabio y resignado, atrapado por reglas cósmicas que él no entiende.

Respiro, contemplo la llanura desolada, con su tibieza naranja. Y a lo lejos, un árbol destaca.

Un árbol paciente, quieto pero libre. Me calma su lejana presencia, me serena.

Lo miro alzarse entre escasos y difusos arbustos, anónimos.

Se recorta preciso y elegante en un horizonte de otro mundo.

Me acompaña tenaz, me mira, me señala, me llora

Consuela pensar que crece más despacio que el camino a mi libertad.

Le prometo una visita, cuando estos muros, tiranos e implacables por fin se esfumen.

Visualizo el momento en el que ya cansado pueda acercarme a él. Sabré entonces que soy libre.

Y celebraré que sigue quieto y robusto, y le haré una reverencia,

y le agradeceré llorando tanta lealtad,

y le pediré que no deje de alentar a otros presos que miran desde la ventana, hinchados de preguntas imposibles. Hombres que como yo lo elegirán con mucha desesperación.

Y desearán también que esos muros queden lejos,

que el tiempo, como un viento valiente, los vuele de sus vidas.

Y tras miles de soles huyendo allí estará mi árbol, inalterable, esperando esa visita.

ZONA ACCIONABLE

Tres ideas sobre la importancia de la creatividad y el emprendimiento en el proceso de resiliencia.

  1. Cuando me refiero a crear o emprender lo hago en el sentido amplio. Sólo o acompañado, en grande o en pequeño. Una empresa, una ONG, un jersey de punto de cruz, un poema, un dibujo, no importa el qué siempre que contenga una seña de identidad del yo más audaz y auténtico que llevas dentro.

  2. Crear o emprender requiere mucha atención y nos desfocaliza del sufrimiento.

  3. Crear requiere voluntad y en algunos casos valor. Cuando lo conseguimos, siempre contribuye a darle sentido a nuestra vida y mejora nuestra autoestima.

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El libro de Amanecer en el Abismo